Hay un triángulo en el cielo que forman dos estrellas y las puntas de la media luna. Quilla parece polea de un trapecio en el cual se balancea equilibradamente, de un lado hacia el otro, la angustia del mundo.
El sudor del trapecista que garúa sobre la tierra es lágrima que padece el amor.
Sin embargo, la luna al revés nos devuelve alegóricamente la sonrisa. La cuestión surca el hecho de que el circo es tan alucinantemente verdadero que harían falta mil titanes para poder dar vuelta mi luna haciendo que mi angustia se derrame junto con el río,
y de la mía,
de mi cara,
y de las suyas,
curtidas,
amanezcan sonrisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario