LA LIJA - en vivo en "Manola"

Sábado 31 de octubre.
Música Popular, Tangos, Celta, Barroco.
Primera Junta y J.J. Díaz, San Isidro: "Manola", 21:30hs.

Creo que te ví cortando flores (malagueña)

Yo creo que te ví cortando flores,

yo creo que te ví cortando flores,

como aquél niño, el hijo de María,

le da un regalo a su novia Simona

que luego besa parada en una esquina.

Yo creo que te ví cortando flores.


-No quiero el peso del mundo, de la vida,

no quiero el peso del mundo, de la vida-,

le dije a un árbol tan verde que verdea,

bajo su sombra fumando puro negro,

que con su brisa sintió mi pena tierra.

-No quiero el peso del mundo, de la vida.-


Le hizo cosquillas lo frío del rocío,

le hizo cosquillas lo frío del rocío,

en su nariz de punta de paloma,

y su estornudo tan preso de alegría

rompió el silencio del eco de la broma.

Le hizo cosquillas lo frío del rocío.


Visto que el hombre no tiene más remedio,

visto que el hombre no tiene más remedio,

hoy dejo todo cubierto de agonía,

pues todo amor posible se ha acabado,

y en cada puerto recuerdo que reía.

Visto que el hombre no tiene más remedio.


Recuerdo todo teñido de pasteles,

recuerdo todo teñido de pasteles,

la luna clara, el cielo, los amores.

Mas mi pincel cayó de la piragua

y ahora llena el río de colores.

Recuerdo todo teñido de pasteles.

Sobre-todo azul

Una vez más no estuvo a la altura de las cosas que pasan. Pero fue la última por importancia, acontecimiento que nomás de cagón dejó pasar pero que confiando en la posibilidad de determinar la exacta combinación de fuerzas que logra que en determinado lugar, en determinado momento, en determinado yo, exista la precisa distribución de afectos que se necesitan para que le vuelvan a pedir fuego, decididamente va a volver a hacerlo pasar. Una falla, algo que se rompe, el excedente se descubre cuando se interviene en el límite. Esa vez fue el tren que lo esperaba enlatado en el andén. Imposible subirse, imposible no dejarlo pasar. Más vale tirarse frente a él en movimiento. Gracias, le dijo en secreto al que murió. Ahora era solamente miembros despedazados, bañados en la misma sangre que mancha la trompa del primer vagón, el encargado de que la gente se ponga las manos en la boca y abra los ojos horrorizada frente al espectáculo. Pero el sacrificio fue necesario para el sucederse de la acción en otra estación, en otro momento. La falla, el mal funcionamiento, la demora, el colapso del sistema, el amontonamiento de gente. Excedentes. Doble agradecimiento a la víctima. Doble agradecimiento al anormal sucederse de la existencia, al vacío, a los blancos, a los negros, a las dos bolitas de colores que colgaban como guirnaldas de un arbolito de navidad oscuro detrás de su cabeza, confundiéndose en naturaleza.

sapito cantor

Una vieja me dijo

que un sapo contó

de la semilla sepia

que se traga el color.

 

Color que saltando

y riendo de vida

se enfrenta celoso

a una aliada divina.

 

Y saltando el sapito,

queriendo a la vida,

enamora la copla

de una piedra, herida.


-Ahora la copla-,

la sierra ordenó,

-la tiene tu sangre

que canta por vos.-

 

Padece el sapito

en cada canción

y golpe de caja

que acompaña su voz.


-Te digo mi Lucía,

por primera vez te digo,

que tus pies morenitos

acaricien el río.-

 

-Te digo mi Lucía,

por primera vez te digo,

que los cerros rosados

te tengan de abrigo.-

 

-Y a vos, mi Leli,

mi Leli chiquitita,

las cosas del mundo

no son suavecitas.-


Sonroja la Leli,

se abraza al amor,

me quita los ojos

y mira hacia el sol.


Mi Lucía, mi Leli, mis dos alegrías.

No olviden la tierra que la higuera sería,

subida en deshechos que fueron volcanes,

-vayan pero visiten-, se los pide su madre.

ay de mi luna, lunita


Hay un triángulo en el cielo que forman dos estrellas y las puntas de la media luna. Quilla parece polea de un trapecio en el cual se balancea equilibradamente, de un lado hacia el otro, la angustia del mundo. 


El sudor del trapecista que garúa sobre la tierra es lágrima que padece el amor.


Sin embargo, la luna al revés nos devuelve alegóricamente la sonrisa. La cuestión surca el hecho de que el circo es tan alucinantemente verdadero que harían falta mil titanes para poder dar vuelta mi luna haciendo que mi angustia se derrame junto con el río,


y de la mía,


de mi cara,


y de las suyas,


curtidas,


amanezcan sonrisas.

Tabla períodica.

Especie, casta, raza, clase, tipo, y vos. Pero antes Descartes, antes el yo. Dicen que la gente siente, que las personas lloran, que los hombres son afectados por diferentes cosas, que los humanos tienen la capacidad de querer. Resulta difícil compartir esas opiniones cuando uno tiende a renunciar a la vida o a dejarse llevar fácilmente por ella. Ni siquiera está claro lo que la vida es, lo que de verdad existe. No es fácil no poder secarse las lágrimas o no poder dejar de sonreír, ni tampoco es sencillo explicar por qué hay ciertos momentos en que son las lágrimas, y no las que surgen después de carcajadas ininterrumpidas, las que ofuscan los músculos de la cara. Quizás sea yo un excéntrico, un monstruo, una flor. Quizás sea yo el que no puede comprender porque no me comprenden. Creo en el estar despierto pero también creo en la incapacidad de actuar, de vivir, de olvidarse estando envuelto en un halo de tristeza, de desilusión, de desesperanza, de vergüenza. No encuentro escape de ese nicho perturbador, represor. Y es uno el que sin lugar a alternativas elige envolverse en él. No sé si lo elegí o hay algo más fuerte que uno que no lo deja elegir. Y es todo por sentir, es todo por vivir.

No me he encontrado nunca más sólo. Sí reconozco que hay otras figuras, otras sombras que me rodean y que hacen que los demás me digan que no estoy sólo, que tengo otras personas a mi alrededor. Pero de entre todas esas sombras hay una sola que se distingue y que tengo al lado. Al igual que para mí, sin embargo, debo ser sombra para ella. No encuentro otra razón para lo que siento, para la desolación en lo urbano. Es la única persona que necesito que me reconozca, que me distinga de lo negro y de lo difuso y que me vea claro tal como yo la veo a ella, tal como ella resalta por sobre la muchedumbre por alguna característica que dejó de ser física hace mucho tiempo. Pónganme delante una estampida de mujeres y inconcientemente tendería a abrazarla solamente a ella. Hay algo que me llama, hay algo que me hace mirarla, prestarle atención siempre, sentirla siempre, pensarla siempre. Creía que yo podía llegar a ser esa persona desde otro lado, pero se me ha roto la armadura. Ya no tengo ninguna esperanza dentro de lo que estoy viviendo, ya no encuentro otra razón para sonreír. Las escondo, las oculto, las encierro detrás de mi orgullo, detrás de la negación del llanto. Sonreiría cada vez que la veo, cada vez que la pienso y la recuerdo. Es desesperante el solo hecho de tenerla tan cerca, tan a mi lado, y tener que ocultar las innumerables reacciones de afecto que surgen dentro de mí. Y todo por saber que mi frustración más grande nace de la imposible reciprocidad, de la vergüenza que siento de mi característica de hombre. No quiero otra cosa que darle todo mi afecto, no quiero otra cosa que compartirme con ella. No me encuentro en soledad, mi necesidad de vida, mi vida, mis objetivos se reducen a compartirme. Desde que supe de ella y desde que llegué a conocerla entendí que no soporto materializar lo que llevo dentro en hojas y hojas, en canciones que escucho, en ráfagas que siento, en lugares que veo, en imágenes que de alguna manera u otra la traen al lado mío. Se quedan ahí como sentidos, como canciones, como ráfagas, como ciudades invisibles.

Nunca me he encontrado más sólo ni más lejos de mi hogar. Me rodea una sensación de miedo a todo. Soy un cobarde sin saberla en mí. Tengo miedo a salir, a irme, a quedarme, a conocer. Tengo miedo de volver a fallar como persona, tengo miedo de que vuelvan a negarme lo único que siento que me corresponde, ese altruismo sentimental que me lleva a amar más de lo que cualquier otra persona puede amar. Yo no soy más que lo que tengo para dar, y si puedo ser considerado egoísta no tengo problema en celebrarlo,  pero no puedo entregarlo como quien reparte caramelos en un cumpleaños. Hay que tener los huevos grandes para dejarse caer con los ojos cerrados en los brazos esperados. 

Fellini. Mil vidas, mil amores.

La indiferencia felina, su revolucionaria libertad, mil vidas, mil películas.

El yugo animalizado del mejor compañero se descompone en historia monumental

frente al jugueteo de la lana y el ronronear de afecto en el invierno.



Libertario inconsciente de la soledad del hombre.



Lamento de los mortales, susurro de inmortalidad.



Gatita de bigotes impasibles, gatita del mundo.



Quereme.